En su discurso, el ministro de Relaciones Exteriores ruso agregó que “un modo más real, fiable y prometedor de resolver este problema es elaborar una convención especial para hacer frente a los atentados con uso de armas químicas”.

Lavrov llamó la atención y reclamó: “No hay duda de que el surgimiento de un terrorismo químico no es una amenaza abstracta, sino una realidad grave de nuestro tiempo que debemos afrontar a través de un trabajo intenso en la arena internacional”.

En su intervención, el funcionario ruso dijo que los “grupos terroristas” pueden tener acceso a documentación científica y técnica suficiente para elaborar armamento químico y controlar instalaciones equipadas y remarcó que hay indicios de que incluso “se apoderaron de materiales necesarios y contactaron a especialistas extranjeros”.

En tanto, diagnosticó que las actividades de los rebeldes en Medio Oriente y el norte de África son “cada vez más amplias, sistemáticas y transfronterizas”.

Entre agosto y septiembre pasado, recordó el jefe de la diplomacia rusa, el EI atacó la localidad siria de Marea con misiles rellenos de agentes químicos, como lo corroboró una comisión investigadora de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas.

De cara ante estos hechos que denunció en Ginebra, propuso elaborar una convención “para la supresión de los actos de terrorismo químico”.

Según expuso Rusia, las actuales normas internacionales no están diseñadas para afrontar el uso de ese tipo de armas por parte de organizaciones no estatales, ni consideran la posibilidad de que puedan ser calificadas como un crimen internacional.

Las declaraciones del ministro Lavrov se dan en el cuarto día de la tregua propuesta por Washington y Moscú que no incluye al EI y al Frente Al Nusra, brazo armado de Al Qaeda.

El acuerdo de alto el fuego entre Rusia y Estados Unidos busca avanzar en la solución política de un conflicto que ya dejó más de 270.000 muertos, 12 millones de desplazados y refugiados y una profunda devastación en casi cinco años.