Después de tres horas y media de partida en un gran hotel de Seúl, Lee Se-Dol, el mayor especialista de este juego de origen oriental desde hace una década, decidió abandonar al darse cuenta de que estaba a la merced de AlphaGo, un programa de inteligencia artificial desarrollado por DeepMind, propiedad de Google.
En octubre pasado, esta computadora superpotente barrió 5-0 al campeón de Europa, Fan Hui.
Pero los expertos de este juego inventado hace unos 3.000 años en China se negaron a hacer pronósticos para este enfrentamiento debido, entre otras cosas, a la diferencia de nivel entre el campeón del mundo y el campeón de Europa.
Los creadores de AlphaGo habían expresado su confianza, alegando que su criatura, que utiliza algoritmos que le permiten aprender de su experiencia, todavía es mejor que en octubre.
“Estoy anonadado con el resultado”, reconoció Lee Se-Dol después de la partida. “AlphaGo hizo unos movimientos que ningún humano hará jamás. Eso me sorprendió realmente”, prosiguió, antes de agregar que la computadora cerró “perfectamente” el juego.
“Cometí errores en los primeros momentos de la partida, pero si pongo atención, creo que todavía tengo posibilidades de ganar”, prosiguió.
Más allá, esta serie de cinco partidas en cinco días servirá también para mostrar los avances realizados en los últimos 10 años en el ámbito de la inteligencia artificial.
En caso de victoria de AlphaGo, se reforzarán los temores de algunos científicos y empresarios sobre los riesgos de la inteligencia artificial, cuando la potencia de las computadoras se duplica cada dos años aproximadamente. Y aumentará el entusiasmo de los que esperan progresos importantes.
El resultado es tan esperado como cuando la supercomputadora Deep Blue de IBM derrotó en 1997 al entonces campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov.
Pero la comparación tiene sus límites porque el Go propone un desafío muy diferente a la máquina.
En este juego, los dos adversarios colocan alternativamente sus peones (piedras) negros y blancos en las intersecciones de un tablero cuadriculado (“goban”). El objetivo es ocupar el mayor espacio, bloqueando poco a poco los peones del rival y capturándolos.
El tamaño del tablero (19×19 líneas) ofrece un número incalculable de configuraciones posibles –se dice que más que átomos en el universo-. Lo que significa que la intuición y la creatividad son esenciales para ganar al más alto nivel.
“Estamos muy entusiasmados en este momento histórico y muy, muy contentos por la manera como jugó AlphaGo”, declaró tras la partida Demis Hassabis, director general de DeepMind, la empresa que desarrolló la computadora.
“Lee volverá mañana con nuevas estrategias y probará otra cosa”, dijo. “Habrá que ver lo que hace AlphaGo.”
El enfrentamiento suscita tanto interés en Asia que se transmite en directo por televisión en Corea del Sur, China y Japón, así como por internet, a través de YouTube.
“Todo el mundo está asombrado”, declaró el comentarista surcoreano de Go Kim Seong-Ryong, que también es jugador profesional. “Nadie se imaginaba que esto pudiera ocurrir”.
A pesar de que hace 15 días pensaba poder “lograr una victoria aplastante, al menos esta vez”, Lee Se-dol pareció dudar un poco el martes después de que le explicaran las características del programa informático.
“Ahora creo que a lo mejor no podré vencer a AlphaGo con un margen de 5-0″, había dicho antes del inicio del duelo.
AlphaGo, el programa de Google, utiliza en particular el “aprendizaje profundo” (Deep Learning), un método de aprendizaje automático concebido en base a capas de “neuronas” artificiales que imitan las del cerebro humano.
Esta técnica, combinada con el aumento de la potencia de cálculo de los ordenadores y la disponibilidad de enormes bases de datos en las que entrenar a las máquinas, permitió avances importantes.
El ganador se llevará un premio de un millón de dólares, que Google donará a Unicef en caso de llevarse el torneo.