Sao Pablo, Rio de Janeiro, Brasilia, Fortaleza, Salvador y otras ciudades del país fueron epicentros de las protestas, donde los manifestantes, convocados a través de las redes sociales y sin liderazgo político o social definido, reclaman mas inversiones públicas en materia educativa, salud y transporte. También empujó a la calle el bajo crecimiento económico y la inflación en alza, que causó una disparada de precios en alimentos.

Desde 1992 que no se registran manifestaciones sociales, cuando el pueblo brasileño salió a manifestar su descontento en contra de la corrupcion de la gestión del entonces presidente Fernando Collor de Melo, que posteriormente renunció durante su juicio político.

En su mayoría jóvenes y de clase media, los manifestantes han denunciado la represión policial, especialmente el jueves pasado en Sao Pablo, donde hubo más de 230 detenidos y un centenar de heridos.

Salieron a la luz recientes encuestas, que señalan por primera vez una caída en la aprobación del gobierno de la presidente Rousseff, sobre todo entre los más jóvenes y más ricos, que fue silvada el sábado en el estadio de Brasilia, al declarar inaugurada la Copa Confederaciones junto al presidente de la FIFA Joseph Blatter.