Por Pablo M. Vazquez (@pmvazquez84)
La mochila era muy pesada, e Independiente llegaba a un duelo decisivo con el peso de tener que ganar, y saber que no dependía solamente del equipo la permanencia en Primera. Una carga demasiado importante para una alineación con muchos chicos, que salieron a bancar la parada de la institución en los últimos meses. El Libertadores de América estaba repleto, los hinchas, tal como lo hicieron a lo largo de todo el campeonato, acompañaron al equipo e intentaron darle fuerzas desde las tribunas. El esfuerzo no alcanzó, San Lorenzo salió a jugar el partido libre de presiones y, en el medio de un clima que mezclaba tristeza, rabia y nostalgia, se llevó los tres puntos gracias al gol de Correa en la segunda etapa.
Fueron 90 minutos de nerviosismo, donde el fútbol estuvo ausente salvo por algunos chispazos. Fueron dos tiempos donde poco a poco las esperanzas de los hinchas del Rojo se fueron desvaneciendo. Independiente estaba perdido en la cancha, sus jugadores se veían nerviosos, timoratos, y eso también se reflejaba en las tribunas. El fútbol muchas veces tiene esa injusticia, y los que hoy estaban en la cancha, pagaban los errores, y malos manejos de otros que ya no están. Los juveniles del club se pusieron el equipo al hombro, y mantuvieron viva hasta el final la ilusión de mantener la categoría, sin embargo, la herida era demasiado grande y no alcanzaron los esfuerzos por curarla. El rumbo ya estaba escrito, y parecía que nada podía cambiarlo. La próxima temporada el equipo de Avellaneda estará en la B Nacional, e intentará renacer.
En lo futbolístico no se puede decir mucho. El partido fue chato, Independiente tuvo intenciones, pero le falto fútbol. San Lorenzo atacó cuando pudo hacerlo, y aprovechó la más clara que tuvo para definir el encuentro. Correa se vistió de verdugo para el Rojo, y con su gol lo condenó al descenso. Después del tanto el partido siguió sus cursos normales, chato, falto de fútbol, como si solo se jugase para cumplir el tiempo que faltaba. Ya no había energía para intentar cambiar el rumbo de una historia, que viene desde hace mucho tiempo, y que hoy pagan en cancha los que menos parte de la responsabilidad tienen.
Es imposible no trazar paralelismos, y compararlo con la historia más reciente. River sufrió su primer descenso en la historia producto de dirigencias que se ocuparon de vaciar el club, y de pensar más en llenarse los bolsillos que en la institución que presidían. En Independiente pasó lo mismo. Los logros deportivos y de infraestructura, fueron tapando un hueco que se fue generando, que era imposible de frenar. La obtención de la Sudamericana, le hizo perder el foco en los torneos locales. La construcción del estadio, hizo que hoy no pueda incorporar jugadores de mayor jerarquía. Y, al igual que pasó en River, fueron los juveniles los que cargaron con la mochila más pesada, y salieron a defender los colores en el peor momento.
Hoy las lagrimas están en ellos y en cada uno de los hinchas que vale destacar se portaron excelente y, pese a lo que podía esperarse, mantuvieron la calma en todo momento. Hoy Independiente desciende a la B Nacional, el final de está historia lamentablemente fue el peor. Avellaneda está de luto y el fútbol también. Hasta la vuelta Rojo, el fútbol te va a estar esperando.