En Argentina existe un circuito compensatorio y paliativo al sistema de salud formal. Son las ONG abocadas a la asistencia médica  que dan cuenta de un déficit sanitario instalado pero que actúan como atenuante de esta carencia.

La salud en  Argentina ha transitado diferentes etapas en las que el Estado tuvo su participación de forma desigual.  La historia de los servicios de salud se describe acorde a las fases del desarrollo capitalista. En una primera etapa, la evolución del sector de salud corría independientemente de las funciones del Estado y se instalaba en la órbita de lo privado. De esta manera las acciones del Estado se limitaron a garantizar la seguridad  de los ciudadanos para luego  comenzar a ampliarse poco a poco conforme se organizaban el sector social.

El desarrollo del sector de salud pone en evidencia una constante incorporación del Estado sobre las cuestiones sanitarias. Del surgimiento de las obras sociales como consecuencia del nacimiento de organizaciones sindicales hasta nuestros días se pone de manifiesto que el sistema de salud público es todavía insuficiente para suplir las amplias necesidades de la ciudadanía en determinados lugares de nuestro país.

En la actualidad, las organizaciones civiles toman la iniciativa para poder corregir los indicadores de salud que tanto asustan.

Jorge De All, médico clínico, es el presidente de la organización civil Cuerpo y Alma que desde hace 10 años ponen a disposición recursos humanos en pos de modificar las estadísticas de morbi-mortalidad en las zonas más vulnerables del  Noroeste argentino. En este caso, el emprendimiento surgió como una iniciativa de profesionales comprometidos en cambiar la realidad. Desde entonces un grupo de médicos de diferentes especialidades viajan periódicamente para atender a quien necesite. En un esfuerzo mancomunado, referentes de la salud se trasladan desde Capital Federal hacia el noroeste de nuestro país con el fin de “hacer la misma medicina que se hace en Buenos Aires, con la misma aparatología pero en Chaco y Santiago del Estero”. De All de 39 años, tiene la intención de “generar modelos que funcionen, demostrar que se puede y establecer que el beneficio de las políticas preventivas es alto pero a largo plazo”.  Para ello conformó un conjunto de programas que abarca una mirada integral de la medicina. Los más de 100 voluntarios cubren las especialidades de pediatría, cuello de útero y planificación familiar, odontología, oftalmología, hipertensión arterial y  la enfermedad chagas que requiere un tratamiento cabal con la fumigación de vinchucas de las viviendas.

El trabajo de estas organizaciones que cubren las demandas sanitarias se conjuga con los organismos que trabajan a nivel social. De esta manera el abordaje es sistémico y atiende el conjunto de necesidades básicas de la población.

Según De All,  la problemática del agua es una de las mayores dificultades a vencer: “El agua está contaminada con arsénico, lo que configura un escenario propicio para que se desarrolle el Hidroarsenicismo (HACRE), patología ligada a su consumo”. Agregó que “el 20% de la población del país no tiene agua potable y el 50% no cuenta con red cloacal quintuplicando la mortalidad infantil por diarrea”. En este sentido, las charlas educativas que ofrece el personal de salud  intentan mitigar esta falencia.

Frente a una situación de desigualdad estructural, estas organizaciones trabajan para aumentar el acceso a la salud, y consideran  que en la mayoría de casos la falta de acceso a cuidados básico está íntimamente relacionada con una deficiente educación y por consiguiente con una atención sanitaria tardía o nula. El caso particular es el de la maternidad adolescente que evidencia que la información para el control natal es poco accesible.  Estos condicionantes sociales pueden resolverse con políticas educativas, de creación de empleo y así mejorar el acceso a la salud.